“No vayas al psiquiatra que te empastilla, es mejor ir al psicólogo”

La psiquiatría es la gran desconocida. La mayor parte de la gente no sabe diferenciar entre un psiquiatra y un psicólogo. A lo sumo consideran que el psiquiatra receta medicamentos… cuando ya no hay “remedio psicológico”.
¿Por qué los psiquiatras somos los malos de la película?
La carnaza de los medios de comunicación, la influencia del psicoanálisis en las películas estadounidenses y la propia tendencia de los psiquiatras a habitar “en su mundo sanitario” han propiciado el desconocimiento de la población sobre este colectivo, así como los prejuicios derivados.
Pocos saben que la psiquiatría es una especialidad médica cuya formación implica la realización de 4 años de MIR, después de aprobar el examen. Durante este tiempo se instruye al médico en áreas como la medicina interna, la neurología y la neurofisiología antes de formarse en los trastornos de la mente y el comportamiento humanos.
Está formación es crucial si tenemos en cuenta que el cerebro, como cualquier otro órgano del cuerpo, puede fallar en un momento dado. De forma primaria o por la interacción con alguna otra área del cuerpo. El psiquiatra es el encargado de hacer un diagnóstico certero sobre las causas de la patología. Valorar si se deriva de algún trastorno no psiquiátrico (patología hormonal o neurológica, por ejemplo). Y determinar si el origen predominante es psiquiátrico o psicosocial, para orientar el tratamiento.
Muchas enfermedades psiquiátricas requieren tratamiento farmacológico para su estabilidad
En los últimos años y debido al aumento exponencial de los trastornos mentales de causa psicosocial, las enfermedades psiquiátricas han quedado relegadas a un segundo plano. Esto ha contribuido a que la población y los medios de comunicación olviden que existen enfermedades psiquiátricas de causa médica, que requieren tratamiento farmacológico para su estabilidad clínica. Como son la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión endógena.
También es desconocido el papel del psiquiatra en la sanidad. Una pieza crucial que realiza el diagnóstico y el seguimiento del paciente. Es la figura profesional en la que recae la máxima responsabilidad de los pacientes. Los psiquiatras son los que realizan guardias de 24 horas en la sanidad pública y nos atienden cuando vamos a urgencias por un trastorno mental. Tienen la responsabilidad de decidir cuándo es conveniente un ingreso hospitalario o el momento idóneo para el alta. Normalmente son los que evalúan a las personas que acuden con ideas de suicidio.
Los psiquiatras y las enfermedades psiquiátricas están cada vez más escondidos
Debido a la presión asistencial, la mayoría de psiquiatras no tienen tiempo de salir en los medios ni de ser mediáticos. Porque están en las trincheras. Quizás por eso el colectivo peca de brindar escasa comunicación científica, sobre su especialidad, a la población.
Las enfermedades psiquiátricas siempre han estado escondidas, pero ahora más que nunca. Personas con diagnóstico de esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión endógena, se enfrentan a mayor desinformación y al riesgo de incumplir el tratamiento. Los psicofármacos han llenado titulares con informaciones peyorativas sobre su uso, debido a su consumo inadecuado cuando no es necesario. Pero es importante recalcar que la estabilidad sintomática de muchos pacientes con enfermedades psiquiátricas depende de un correcto cumplimiento de los medicamentos.
Además, las personas con diagnóstico de alguna patología psiquiátrica padecen en primera persona el colapso de las consultas de profesionales de la salud mental. Todo ello conlleva que los pacientes tengan mayor riesgo de descompensación y que lleguen mas tarde al ambulatorio. A la larga saturarán aún más las consultas, convirtiéndose en un pez que se muerde la cola.


Los médicos que eligen la especialidad de psiquiatría son en su mayoría personas con gran vocación científica y humanista. Como tal, su objetivo prioritario es conseguir la evolución clínica optima de sus pacientes y obtener la máxima mejoría que pueda llegar a alcanzarse. Porque, no existe mayor satisfacción que ver como el conocimiento adquirido posibilita la curación y el bienestar de los pacientes.
Sin embargo, la presión asistencial en aumento incesante, los prejuicios hacia este colectivo y la responsabilidad de abordar las paradojas cada vez más complejas de nuestra sociedad (en un entorno implícito de expectativas solucionistas) están dificultando demasiado el camino a los psiquiatras.
Como no mejoremos su camino, corren el riesgo de extinción…
