La Resiliencia se define como la capacidad de adaptación de un individuo frente a un agente perturbador o una situación adversa.
En los últimos tiempos este concepto inunda el mundo mediático. Se ha convertido en un objetivo preciado a conseguir. Implica resistencia ante la adversidad, capacidad para mantener la calma, la habilidad de no «caer» en estados ansiosos o desequilibrios emocionales.
Visto así, puede parecer la panacea de la salud mental:
una capacidad que todos querríamos poseer.

Pero si cogemos distancia del concepto Resiliencia y analizamos las variables de situación, actitud e intención de algunas personas resilientes, el resultado puede ser aterrador.

Empezaré por un ejemplo extremo para que se entienda lo que quiero explicar y después pasaremos a nuestra realidad.
Imaginad a una persona que sufre de ansiedad tras haber participado como soldado en matanzas de guerra.
Existen estudios científicos de neuroimagen que observan cómo los soldados con mayor ansiedad tras una situación de guerra poseen una hiperactivación llamativa de una estructura del sistema límbico relacionada con la ansiedad, la amígdala. ¿Cómo consideras a esos soldados? ¿Poco resilientes?
Quizás su empatía y escrúpulos les provocan más ansiedad y gran malestar emocional «humano» en relación a las acciones violentas que implica una situación de guerra.
Los soldados que tras la guerra no mostraron ansiedad ni hiperactividad en la amígdala fueron, en la práctica, más resilientes: «soportaron mejor la situación adversa».
Ahora volvemos a nuestra realidad. ¿Tenéis la sensación de que en los últimos tiempos demasiadas personas que llegan a puestos de poder poseen actitudes deshumanizadas? Pues no es vuestra sensación, es una realidad.
Esas personas son muy resilientes. Su falta de escrúpulos y de empatía puede facilitarles la adaptación en situaciones moralmente cuestionables.
Muchas investigaciones están confirmando la creciente presencia de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía en posiciones de poder en el mundo empresarial y político. Estos estudios ponen de manifiesto que la maldad puede resultar «adaptativa» y mejorar la «funcionalidad» de determinados individuos, dependiendo del contexto donde vivan, aunque no en favor de la sociedad, si no de sí mismos.

Factor D (The Dark Core of Personality) se forma por 9 rasgos. El factor D consiste en vivir sólo interesado en cumplir los propios objetivos, deseos, motivaciones y expectativas, por encima de cualquier otra persona o circunstancia, llegando incluso a disfrutar con el daño que se causa a terceros.
El ámbito de la Sanidad no se libra de este problema. Al fin y al cabo es un reflejo de lo que tenemos en la sociedad actual. Mientras los políticos miran para otro lado y esconden los verdaderos problemas, los mandos cada vez cierran más los ojos a las dificultades sanitarias. Pero continúan exigiendo a los profesionales sanitarios «de trincheras» mantener la calidad de la asistencia.
Desgraciadamente todo tiene un límite. Muchos sanitarios están desbordados. Sienten que no poseen los medios suficientes para atender a los pacientes como se merecen.
Existen estudios sobre el tema, denominado «daño moral» (moral distress). No puede considerarse burn-out, porque trasciende al cansancio. Es la sensación de que tu sacrificio y conocimiento no son suficientes para realizar la tarea clínica. Sientes culpa por no hacer bien tu trabajo, pero no depende de ti.

Todos sabemos que la empatía es fundamental en el personal sanitario. Pero cuando los valores humanos y la vocación se convierten en un handicap, es decir, en una dificultad para poder adaptarte a tu trabajo…, aparece el «daño moral». En esa situación: ¿qué profesionales sanitarios crees que serían más resilientes? Te lo estarás imaginando…
Si queremos mantener una sociedad con valores humanos debemos censurar la falta de empatía y de escrúpulos en todos sus estratos. Censurar la mentira, el maquiavelismo y la hipocresía.
La capacidad de resiliencia de una persona ante una situación adversa no es garantía de su buen funcionamiento para la sociedad. Desde fuera puede parecer alguien tremendamente adaptado y efectivo. Pero pensad que si su único interés es cumplir sus objetivos, deseos y expectativas, por encima de los demás, por su falta de empatía, podrá hacer mucho daño, allá por donde pase.
Más empatía, más Valores y no tanta Resiliencia